miércoles, 20 de junio de 2012

EMMONA 2012

Ultra-trail de la Abadesa Emmona 16 y 17 de Junio de 2012.
Sant Joan de les Abadesas - Barcelona
Campeonato de Cataluña de Carreras de Ultra Resistencia


Cada carrera es diferente y esto lo he constatado después de haber participado en 156 de larga distancia (Más de 40 kms.) durante 26 años. Y esta no iba a ser menos y más teniendo en cuenta que actualmente es la carrera de montaña más extrema de Cataluña.

Este año para celebrar el Primer Campeonato de Cataluña de Carreras de Ultra Resistencia los chicos de la UESantjoan han preparado un recorrido infernal con 5 picos por encima de 2.800 metros entre ellos el Puigmal, techo de la provincia de Barcelona, crestas de alta montaña muy técnicas, ascensos continuados de más de 1.200 metros, descensos de las mismas características incluso uno de casi 1.900 metros de una tacada, ......

En fin una prueba muy exigente solo apta para corredores avezados, en muy buena forma y conocedores de la montaña. A esto hay que añadir el carácter de semi-suficiencia que le han querido dar sus organizadores con tramos de hasta 20 kilómetros sin avituallamiento ni sólido ni líquido.
Con todo esto metido en la coctelera los organizadores nos han "obsequiado" con la mejor carrera de montaña que se podía organizar por la zona con 106 kilómetros de recorrido y 16.600 metros de desnivel. 8.300 positivos y otros tantos negativos.

En cuanto a mi participación pues tengo que decir en primer lugar que no he conseguido el objetivo que me había propuesto. Que era hacer podio en categoría master.

Como siempre salí con un objetivo bastante agresivo y que sólo podré cumplir si se dan todas las circunstancias a favor, pero es que me gusta hacerlo así y cuando sale, pues ¡¡FIESTA!! y cuando no sale pues a aprender de ello. Y esta vez pues no ha salido.

No es que me guste poner excusas, pero sí que dedico un tiempo a analizar las carreras que hago buscando explicaciones y del análisis de esta llego a la conclusión de que una semana previa a una carrera importante cargada de trabajo duro e intenso con jornadas de hasta 12 horas no es lo mejor para esa carrera. Y esto fue lo que ocurrió esta semana previa. Tal y como está el trabajo ahora no se pueden hacer remilgos a la hora de elegir trabajo y menos en una profesión como la mía tan castigada últimamente. Soy reformista y lo mismo estoy poniendo parquet, que colocando racholas o subiendo muebles a un cuarto piso sin ascensor. O parado, que es lo peor, aunque a veces se agradece estar un par de días parado antes de una carrera.

Bueno el caso es que el viernes antes de la Emmona estaba realmente agotado del tute que me había metido durante la semana. Cuando llegué a Sant Joan de Les Abadesas me encontré con un montón de colegas, nos fuimos a la cena del corredor donde estuvimos hablando y después me fui a dormir y como de costumbre dormí poco y mal. Serán los nervios. Es que no aprendo.

4:30 de la madrugada y el móvil empieza con su tintineo para avisarme de que es hora de levantarse. Desayuno y me coloco todo el equipo y preparo la mochila y ya estoy listo para empezar a correr/caminar. Vuelvo a encontrarme con los colegas y risas, cháchara y nervios hasta que dan el disparo de salida a las 6 en punto de la mañana.

Primera de las 6 subidas fuertes que tiene esta preciosa carrera, más de 1.200 metros hasta el Puig Estela y nada más empezar primer aviso de la situación muscular: Un dolor fortísimo en el glúteo izquierdo. Pero nada, lo supero en media hora y sigo a buen ritmo. Empieza la bajada hasta Pardines y luego otra subida. Otro subidón de casi 1.400 metros hasta Coll de Tres Pics. En plena subida y cuando ya había cogido buen ritmo e iba según lo previsto otro aviso muscular. Un dolor intenso y fluctuante en la rodilla derecha. Intento ignorarlo y en 15/20 minutos pasa. Pero esto empieza a mosquearme porque no suelen ocurrirme casi nunca cosas de estas.

Llego a Coll de Tres Pics Km 27 en 5:01. Voy por debajo de lo previsto. Aquí empieza un tramo muy largo sin avituallamientos y también por un terreno muy técnico que pasa por el Bastiments y 3 picos más por encima de 2.800 metros y una cresta a partes iguales entre excitante y aérea. Y después una larga bajada hasta Nuria Km 45 donde llego en 8:56. Ostras!!. Voy por debajo de las 22 horas previstas y teniendo en cuenta que ya he hecho más del 40% del recorrido y más de la mitad del desnivel hasta me hace soñar con 21 horas y algo.

Totalmente animado enfilo la dura y larga subida al Puigmal techo de la Carrera pero nada más empezar … oh!! .. desastre!!. Empiezo a tener unas fuertes contracciones en los tibiales de las dos piernas alternándose con los cuádriceps también de las dos piernas. Pero esto que eeessss??. Nunca me había pasado nada igual. Nunca he tenido rampas. Ni siquiera en situaciones de calor extrema, que no era el caso. El caso es que tuve que empezar a aminorar la marcha para evitar que me diera un rampón en cualquiera de los músculos afectados y quedarme allí pegando gritos como un poseso.

Llego al Puigmal en 10:53. He hecho casi media hora más de lo previsto aunque todavía estoy en tiempo de 22 horas. Pero algo me dice que esto no va a ser así. Y no lo fue. Lo que en subida eran amagos continuos de rampas en bajada era dolor intenso en los mismos grupos musculares. Y claro … así no se puede rendir al 100 por 100. En el siguiente punto (Planoles y después de casi 1.900 metros de bajada) ya he superado un poquito la previsión de 22 horas y empiezo a pensar en que 23 tampoco están tan mal ….

Aquí empieza otra subida en la que me vuelven los amagos de rampa, me lo tomo con calma (No me queda otro remedio) y hasta me empiezan a dar tentaciones de abandonar. Con todos estos pensamientos subo a La Covil y bajo a Campelles donde llego de noche. Km 79, creo, en 17:31. Ya estoy por encima de las 23 horas y me siguen unos fuertes dolores en cuádriceps y tibiales de ambas piernas. Entonces entre las dudas de si lo dejo o sigo me hago la idea de que hacer 24 horas tampoco está tan mal. Y sigo.

Siguiente control Ribes de Freser y aquí empieza el gran suplicio. El Taga. Nunca lo había subido hasta ahora pero puedo asegurar que me acordaré de él para siempre. ¡Vaya subidón!. Y no de adrenalina precisamente, sino de rampas inverosímiles que se mezclaban con las de mis piernas. Hubo un momento que entre la agonía del dolor, el cansancio y el sueño me hizo mucha gracia asociar las duras rampas del Taga con las de mis piernas y me reí casi a carcajadas yo solo a las 3 de la mañana en medio de la subida a la dichosa montañita. Debía ser la hipoxia que me estaba afectando.

Por fin llegué a la cima del dichoso Taga a 2.040 metros donde estaba el Km 92 en 21:09 y pensé: ¡Bieeennnn, esto está hecho!!!. …. ¡¡Los coj..nes!!. Con perdón. Primero una bajada vertiginosa por zona herbosa que al estar mojada me llevó un par de veces al suelo, resbalones sin importancia, el único miedo era que en una de estas caídas me enrampara de cuádriceps o de tibiales. Luego otro control y avituallamiento en Coll de Jou Km 94 en 21:35 y con las 24 horas de previsión ya sobrepasadas en más de media hora.

Desde allí a meta 12 kilómetros de senderos por en medio de bosques con continuos subiditas y muchas bajadas que se hicieron eternos. Albergaba la esperanza de hacer estos 12 kilómetros en menos de 2:35 y así poder entrar en sub24. Pero las piernas no estaban para lujos y me tuve que contentar con alternar el caminar y trotar ligeramente de vez en cuando. Fue una pena porque de haber estado medio bien en estos 12 kilómetros de prácticamente bajada hubiese adelantado mucho tiempo.

Este tramo se me hizo bastante pesado y en todo momento iba oteando el horizonte para poder ver las luces del pueblo de Sant Joan de les Abadesas a lo lejos, pero no había manera. Se negaban a darme una alegría. Por fin y cuando el día empezaba a clarear veo a lo lejos luces y supongo que deben ser las que yo esperaba. Se hacen cada vez más evidentes y por fin tengo ante mí el tan ansiado pueblo de Sant Joan. Recorro unas cuantas calles y justo al amanecer entro en meta con un tiempo de 24:10. Son las 6 y 10 de la mañana.

Ya en meta y zampándome una grandiosa loncha de pan de pagès tostado untado de tomate y aceite con dos butifarras encima me sentía satisfecho pero albergaba dentro de mí una especie de resquemor hacia esta carrera por lo que me había hecho padecer. Pero estoy convencido que dentro de un par de días todo lo que sentiré hacia ella serán buenas sensaciones y ganas de hacerla otra vez.

Por su dureza, por su belleza, por su gran esfuerzo de organización y por la atención de los voluntarios en los avituallamientos es una carrera recomendable y creo que ya tiene un gran hueco en el calendario de ultras de Cataluña.

En cuanto a mi objetivo, pues eso, 2 horas y pico más y el 7º puesto en la categoría master y el 55º en la general. Y finisher de una de las grandes.

martes, 5 de junio de 2012

III Ultra Trail Coll de Nargó. La soledad del corredor de fondo.

He pensado varios nombres para esta crónica como por ejemplo: “Creando afición” , “Esfuerzo límite” o “Cuando el clima impone su ley”. Cualquiera de ellos puede describir muy bien algún aspecto de esta ultra trail, pero al final me he decantado por este: “La soledad del corredor de fondo” porque es el que creo que mejor se adapta a esta edición de la ultra trail ilerdense o por lo menos es la que mejor encaja con mi participación este año.

Ya sus números sobre el papel dan un toque de atención de la dureza de esta prueba que cuenta con un recorrido de 99 kilómetros y 5.980 metros de desnivel positivo por la zona del pre Pirineo catalán mas despoblada, agreste y de clima más extremo.

Las características que le quieren imprimir sus organizadores, Kike y Arcadi, también ponen en preaviso de que no va a ser fácil completarla, ya que estos dos avezados aventureros crearon una prueba pensada para, como según afirman ellos mismos, un corredor de montaña que sepa gestionar de una forma más eficiente los pocos recursos de los que puede disponer en carrera, o sea lo que lleve encima y poco más.

Y por último las previsiones meteorológicas para la zona durante el sábado 2 de Junio de 2012 no eran nada halagüeñas con temperaturas máximas por encima de 30º (Se habla de hasta 38º hasta bien entrada la tarde) y niveles de humedad bastante altos. Estos dos factores juntos se convierten en un cóctel bastante agresivo para el practicante de deportes de larga duración de resistencia.

Con todo esto y algún que otro factor como la proliferación de ultras de montaña o la crisis hizo que nos presentáramos en el pequeño pueblo de Coll de Nargó sólo 75 “afortunad@s” de los cuales 6 eran mujeres.

Nada más dar la salida a las 8:30 de la mañana había 2 comentarios que se repetían una y otra vez: ¡Qué calor vamos a pasar hoy! y ¡Que solos vamos a estar hoy!. Pues los dos se cumplieron con creces. Porque pasado el primer avituallamiento en el kilómetro 9 y pico en 1:30 ya dejé de ver a gente excepto un par de encuentros esporádicos con Marc Camí y Carme Campoy. Y eso que aún coincidíamos en carrera con los corredores de la trail de 35 kilómetros en la que participaban otros 57 corredor@s.

Llego al segundo control y avituallamiento en 3:50 y el calor ya ha hecho acto de presencia con toda su autoridad y me entero que está haciendo estragos entre la gente. Poco después en este mismo punto abandonaban bastantes participantes. Aquí en este punto se bifurcaban las dos carreras, la trail volvía hacia el pueblo otra vez por una cómoda pista y la ultra trail se adentraba en las solitarias montañas que bordean el pueblo de Coll de Nargó de 600 y pocos habitantes.

Tercer control, Km 33,5 en 6:06. Hace un calor de justicia y llevo 2 horas corriendo montaña arriba y montaña abajo sin ver ni un alma, ni una casa, ni una urbanización, ni una carretera. Nada, absolutamente nada que huela a civilización.

Cuarto control, Km 44 en 8:20. Otras dos horas y pico con la extraña sensación de estar sólo en el mundo. Y además en un mundo con unas temperaturas que había momentos en los que parecía que estaba en el mismísimo infierno. Sobre todo en el fondo de los valles donde se concentraba la humedad y el calor y no exagero al decir que la sensación térmica era superior a 40º. Esto unido a la fuerte insolación a veces daba la impresión de estar flotando más que de estar corriendo o andando en las subidas. Llegué a este control con serias dudas de si podría seguir o tendría que dejarlo porque hice corto de agua y llevaba más de una hora sin probar ni gota con la que estaba cayendo. En ese momento me acordé de una palabras que Kike, el organizador, dijo en el briefing: “Cuando salgáis de un control aseguraos de que podéis llegar al siguiente, en medio no vais a encontrar nada”. Llegado al control bebí agua como nunca lo había hecho antes en mi vida, creo, y me recuperé para poder seguir con mi “tarea”.

Quinto control, Km 54 en 9:49. Sigo sin ver nada relacionado con vida humana. Evidentemente exceptuando las personas que se encontraban en los avituallamientos que era una bendición dado lo que costaba llegar a ellos. Como mucho los restos de alguna casa abandonada hace muchos años y que no ha sido capaz por sí sola de aguantar los embates del tiempo y se encontraba en un estado bastante ruinoso y deplorable.

Km 60 en 11:05. Como cuesta que pasen los kilómetros. No paro de correr la mayor parte del tiempo excepto en las subidas y no consigo superar el promedio de 5,5 kilómetros por hora. Eso sí con un desnivel bastante abultado.

Séptimo control. Km 70 en 13:40. En este tramo ha estado lo más duro con diferencia de toda la ultra. Me encontraba corriendo bastante relajado ya que el calor había remitido bastante e incluso había una ligera brisa que aunque no llegara a refrescar era una bendición comparada con la tremenda calda de las horas anteriores y esto que levanto la cabeza y me encuentro justo enfrente de mí una pared. Sí, sí, he dicho una pared ¡de 700 metros en vertical! y casi horrorizado me digo: “No creo que tengamos que subir por ahí”. La verdad es que no tenía a nadie para decírselo.

La respuesta la hallé, igual que el sabio de la fábula, cuando correteando por un precioso sendero de bosque de golpe me doy de morros con … ¡La pared!. Juro que busqué la siguiente cinta que me indicara el camino por todas partes menos hacia arriba. Y no la encontré por ningún sitio. No quería hacerlo, pero al final miré hacia arriba y allí vi una cinta de plástico igual a las que me habían traído hasta aquí durante más de 60 kilómetros atada a una piedra a más de 10 metros por encima de mi cabeza que parecía que incluso con un poco de sorna me decía: “Manoliiitoooo … eees por aquííííííí”. No me lo podía creer y de verdad que me dio un vuelco el corazón.

A estas alturas de carrera los ánimos ya están bastante desgastados y cualquier obstáculo te puede afectar sicológicamente de forma negativa. Entonces me acordé de una frase que dice mi amigo de fatigas Diego GR: “¿Si está aquí habrá que subirlo no?”. Y me puse a subirlo, claro. Una grimpada casi continua de 700 metros en vertical. El temido Pas de Finestres del kilómetro 19 es el pasillo de mi casa comparado con esto. No exagero.

Por fin y después de casi una hora de ascenso llegué al último tramo, un paso equipado con cuerdas para aliviar un poco la aprehensión que pueda producir pasar por semejante paraje y allí me encuentro … ¡A una persona!. No puede ser. Ya está casi anocheciendo y no distingo bien. Además me parece que estoy viendo visiones. Estoy muy cansado, deshidratado y un poco mareado. Pero sí. Allí está Kike, el organizador, con una garrafa de agua y unas latas de refresco dando ánimos a los pocos que quedamos en carrera que en ese momento parece que sólo somos 27. Bebo agua con agonía hasta saciarme y continuo ya que según Kike sólo quedan 50 metros hasta la cima y a partir de allí ya se han acabado las sorpresas.

Poco después y por un camino muy cómodo llego al control 7 ya mencionado donde me entero de que voy 9º en la clasificación general. Esto me da un plus de energía ya que la posibilidad de hacer un top ten en una prueba de estas características me pone las pilas a tope y como ya es de noche me coloco el frontal y acometo los últimos 30 kilómetros con energía renovada. “Si soy 9º”, pienso, “Es casi seguro que no habrá delante nadie de mi categoría veteranos master, con lo que puedo ser 1º de categoría”. Con estos pensamientos me lanzo en busca de la meta y después de una pronunciada bajada por pista me adentro en un bosque bastante espeso donde al cabo de un rato me encuentro a otro corredor que se había perdido y estaba intentando encontrar el camino correcto.

Entre los dos conseguimos retomar la dirección correcta y en vista de que los reflejos ya no funcionan al 100 por 100, el cansancio extremo que nos atenaza y hartos de soledad, supongo, decidimos por acuerdo tácito seguir juntos hasta el final. Quedan unos 20 kilómetros y no es mala idea hacerlos acompañados después de tantas horas en solitario.

Control 8, Km 82,3 en 15:12. Seguimos juntos y gracias a que los grandes desniveles y los caminos difíciles ya se han acabado vamos avanzando a buen ritmo. En la oscuridad de la noche y mirando hacia atrás a lo lejos vemos linternas de lo que parece ser corredores que vienen detrás nuestro. Esto nos da como un empujón extra ya que nos hemos hecho a la idea de entrar en el top ten y en menos de 18 horas según mis cálculos. Y otra vez por acuerdo tácito, es decir sin mediar palabra, nos afanamos en acelerar un poco el ritmo dentro de lo que cabe ya que las fuerzas están muy mermadas para intentar conseguir nuestro objetivo. Ahora lo analizo fríamente y descubro que los seres humanos, a pesar de que la publicidad se empeña en hacernos creer que somos independientes y únicos en el Universo demostrando un egocentrismo que roza la pedantería, en el fondo somos animales gregarios y en situaciones extremas (Y una ultra trail de estas características creo que lo es) nos asociamos inmediatamente con algún congénere nuestro para unificar fuerzas con el convencimiento de que saldremos beneficiados. Y todo esto de una forma automática y espontánea.

Control 9, Km 95 en 17:27. Es el último control antes de meta que se halla sólo a 4 kilómetros. Hemos acelerado el ritmo considerablemente y la adrenalina empieza a fluir por nuestras venas viendo la posibilidad, ahora ya muy real, de terminar 8º y 9º de la clasificación general y en menos de 18 horas. Pero para eso hemos de hacer un último esfuerzo y completar los últimos 4 kilómetros en media hora, cosa que a estas alturas ya es harto difícil. Pero vamos a intentarlo e invocando a la famosa frase: “El dolor es pasajero, el orgullo es para siempre” sacamos energía de no sé donde, sobre todo yo que me encuentro en peores condiciones que mi transitorio compañero, y enfilamos hacia la meta donde llegamos en 17:57:55.

Luego por un tonto error administrativo me sale reflejado 18:00:39. Pero bueno esto me dá igual. Para mí lo importante fue quedar 1º en categoría master con lo que después del 2º puesto conseguido en la anterior prueba de la Copa Catalana de Carreras de Ultra Resistencia tengo bastante asequible hacer podio en esta competición de carreras extremas.

En fin una prueba extrema por la dureza del recorrido, la inclemencia del calor y el planteamiento austero. Pero de una gran belleza paisajística por unos parajes desconocidos y prácticamente deshabitados. Que sólo 27 personas (2 mujeres y 25 hombres) la hayan terminado da idea del tipo de reto que es.